Para Alonso (2000) la importancia
recae en el estudio de los valores en las cargas del entrenamiento, para así confirmar
si las mismas están cumpliendo el objetivo propuesto, sin alterar la salud del deportista.
Mantener un óptimo estado de salud en los deportistas, así como desvalorar los progresos
provocados por el entrenamiento. Comprobar la integridad de todos los órganos o
aparatos sobre los que pueden repercutir en el deporte practicado. Indicar los puntos
de un atleta en relación con el deporte que entrene o practique.
En ese mismo
sentido, Alonso (2000) señala que los
médicos realicen un control médico exhaustivo del entrenamiento deportivo es necesario,
ya que es la única forma de valorar la asimilación de las cargas de entrenamiento
de acuerdo a las posibilidades reales del atleta y así evitar que las mismas estén
en déficit o en exceso, y con esto evitar lesiones innecesarias a lo largo de su
vida deportiva, así como ayudar al entrenador al mejor desempeño deportivo del atleta.
Para finalizar
este aparte, se hace referencia a la opinión de Cagigal (2012), quien señala que
la realidad actual del deporte es que los estudios serios que sobre él se hacen
no son conocidos, no ya por la masa de aficionados, sino por la gran mayoría de
informadores, ni siquiera por los dirigentes deportivos ni políticos responsables.
Aquí la ignorancia no se queda en la masa sino que invade esferas de altos responsables.
Hay todavía algunos países donde los altos cargos directivos del deporte están ocupados
en su mayoría por gente sin formación en materia deportiva o de educación física.
“Es el terreno abonado para teorías desfasadas, sin entronque ninguno con la abundante
y seria ciencia que ya a estas alturas existe en diversas parte del mundo sobre
la materia” (ob.cit.).
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